Un equipo de investigadores e investigadoras de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo está desarrollando un estudio pionero para abordar los efectos del consumo de alcohol en adolescentes, una etapa en la que el cerebro está en pleno desarrollo y resulta particularmente vulnerable. Este proyecto busca prevenir el deterioro cognitivo asociado y ofrecer tratamientos innovadores que protejan la salud cerebral.
El trastorno por uso de alcohol (TUA) es una enfermedad que genera una fuerte dependencia y graves problemas de salud, como neurotoxicidad y neuroinflamación crónica. Estos factores incrementan el riesgo de neurodegeneración y de desarrollar demencias, especialmente si el consumo excesivo ocurre durante la adolescencia.
Pleiotrofina: una posible solución
El hipocampo, una región del cerebro clave para la memoria y el aprendizaje, es especialmente sensible en esta etapa. El daño temprano causado por el alcohol podría estar relacionado con la aparición de deterioros cognitivos graves en la etapa adulta.
La investigación se ha centrado en la pleiotrofina, una proteína con propiedades neuroprotectoras y antiinflamatorias. Según el equipo de investigadores, esta proteína podría contrarrestar los efectos tóxicos del alcohol y reducir el daño en el cerebro joven.
La hipótesis principal del estudio se basa en que los fármacos diseñados para imitar las acciones de la pleiotrofina podrían prevenir, e incluso revertir, los daños neurocognitivos en adolescentes con consumo excesivo de alcohol.
Con esta línea de investigación se busca desarrollar biomarcadores para diagnosticar de forma temprana las demencias relacionadas con el consumo de alcohol, lo que permitiría intervenciones más efectivas, y diseñar compuestos neuroprotectores capaces de prevenir o revertir el daño cerebral, mejorando significativamente las perspectivas de salud cognitiva en los jóvenes.
Los avances de esta investigación podrían representar un hito en la prevención del daño cerebral asociado al alcohol, especialmente en la población adolescente, y contribuirían a reducir las repercusiones sociales y de salud pública vinculadas al consumo. Con ello, se abren nuevas posibilidades para proteger a las futuras generaciones de los efectos neurotóxicos del alcohol, marcando un antes y un después en el cuidado de la salud cerebral.